Estas respuestas no son lo suficientemente buenas según un informe de la Universidad de Londres. El informe sugiere que la plantilla y los directores de formación deben pensar con más detenimiento la manera de planificar una formación lingüística en una empresa.
Un programa lingüístico efectivo debe empezar con una evaluación de las necesidades lingüísticas de la empresa. Una aproximación sería hacer una lista de los principales clientes y proveedores extranjeros de la empresa. Esto nos dará una idea clara de qué idiomas son necesarios. Si su mercado más importante está en Sud América, el español, y posiblemente el portugués, deberían ser una cuestión prioritaria.
El siguiente paso será observar las habilidades lingüísticas de sus empleados. Un “test de conciencia lingüística” podría ayudar a los formadores a seleccionar a aquellos empleados que más se van a beneficiar pasando tiempo con un nuevo idioma. Un estudio de la universidad mencionada anteriormente sugiere que los angloparlantes que nunca han estudiado un idioma aprenden más despacio. Pueden tardar tres o incluso cuatro veces más tiempo en llegar a un nivel intermedio de francés o alemán que los aprendices experimentados.
Este tipo de auditoría lingüística puede ayudar a una empresa a planificar su formación coherentemente y, a largo plazo, ahorrar costes.
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